jueves, 8 de octubre de 2009

CAPÍTULO 11 - EL ÁRBOL

Estaba dando una vuelta por el parque que se sitúa cerca de las afueras, cuando me pareció ver una sombra, una sombra veloz, tan veloz que por un segundo pensé que no la había visto, que sólo fue una imaginación mía, pero no estaba tan loco; es más, creo esa sombra me quería guiar al campo de las afueras. En ese momento no tenía nada mejor que hacer, además, es un lugar tranquilo.

Ya había pasado media hora calurosa para cuando llegué al campo de las afueras.
Alucinante.
Fue el único adjetivo que se me ocurrió para lo que vi allí.
Llegados a este punto me siento obligado a contaros que en el pueblo no crecen los árboles, no hay ni un árbol. Debería haberlo contado antes, pero qué se le va a hacer, soy muy despistado… En fin, a lo que iba. Todo el mundo ha intentado durante muchos años que crezcan árboles, pero nada. Nunca crecen árboles, y menos en las afueras donde la tierra no es fértil, césped y flores sí, pero no árboles. Nunca nadie supo porqué, pero creo que tiene que ver con el campo de las afueras y con la niebla...
Estoy seguro de que ya habréis adivinado qué fue lo que vi en aquel lugar tranquilo.
Un árbol.
Pero no un árbol cualquiera. No. Estaba plantado en medio del campo, justo donde muere dicho campo y nace la niebla.
Era un árbol aterrador, sin hojas. Mediría poco más de diez metros. No era demasiado grueso para ser un árbol de semejante tamaño. Aunque he de decir que a pesar de ser tétrico tenía cierta belleza y hermosura, como si le rodeara un aura. Así que enseguida me pareció un lugar relajante y tranquilo para descansar. Me tumbé apoyado en la corteza del árbol, mirando el cielo despejado y luminoso, comencé a preguntarme porqué de repente había crecido un árbol justamente en ese específico lugar. Era demasiada casualidad que creciera donde... donde... en fin, ustedes saben, donde supuestamente está enterrada mi Lucy. No, la vida me ha demostrado que las casualidades no existen. De una forma u otra creo que ese árbol es Lucy. Con esa idea en la cabeza cogí cariño al árbol, me agazapé bajo su sombra (que no era poca) y caí dormido.
Soñé con el colegio, con mis padres, con Chris, pero sobre todo con Lucy. Ella estaba viva, sí, no sé cómo, pero estaba viva, creo que el árbol la mantenía con vida.

CAPÍTULO 10 - DEPRESIÓN EN UN NUEVO CURSO

Abrí los ojos al tiempo que cogía una bocanada de aire y miré a mi alrededor. Al principio apenas vi nada, pues el Sol me cegó a causa de que había amanecido hacía ya horas. Estaba en el mismo lugar apartado donde vi por última vez a Lucy con vida. Recordé lo que me dijo. Chris la había enterrado donde termina el campo y comienza la niebla. Corrí cual fiera que persigue su presa hacia el lugar donde debe de estar enterrada.
Al llegar miré jadeante la imponente niebla. Debía reconocer que causaba respeto estar ahí. Miré el suelo. No había tierra removida en ningún sitio y no pensaba cavar todo el campo, resultaría inútil y una pérdida de tiempo. Como no vi nada me fui deprimido a casa, ya que mis padres estarían preocupados por mí.
Mientras iba andando pensé que cabía la posibilidad de que TODO hubiera sido un sueño y que simplemente me había desmayado a causa del calor. Había una duda razonable.
Cuando llegué a casa llamé por teléfono a Lucy. Su madre contestó:
-No, no está- dijo-. Desde ayer por la mañana no ha venido a casa. Esperaba que estuviera contigo.
-G-g-gracias señora Barker- respondí.
Esto sólo confirmaba un poco que no había sido un sueño. Lucy estaba... muerta. Corrí furioso a mi cuarto. Necesitaba desaparecer. Bajé las persianas y cerré las ventanas. Me aislé del mundo totalmente. No quería ver a nadie. Desde ese momento caí en una profunda depresión. Llegué al punto de apenas salir para comer. Mis padres ya no sabían qué hacer por mí. No sabían qué me pasaba y yo no iba a hacer mención de contárselo. No se lo conté a nadie, pues si lo hacía creerían que me había vuelto loco. Así pasaron los días, las semanas los meses; así hasta que llegó el comienzo de un nuevo curso.»

«2º-Bach: No quería salir de casa. No quería ver a nadie y mucho menos a mis compañeros del colegio, pero mis padres me sugirieron “amable y sutilmente” que me echaban de casa para ir a estudiar. Antes de salir me miré al espejo. El reflejo que me devolvía la mirada no era yo, no parecía yo. Era un reflejo triste, decaído, apesadumbrado y mohíno. Le dediqué a dicho reflejo una mirada de complicidad y salí de casa.
Cuando llegué al instituto sólo vi caras sonrientes. Los del equipo me saludaron. Todo el mundo reía, gritaba y corría feliz. Me sentí ajeno a todos ellos y, de hecho, lo era.
Las clases las pasé sin enterarme demasiado de nada, yo continuaba en mi mundo particular. Y en el recreo todos pedían mi compañía, pero me negué. Me subí a un tejado que había en el patio, donde nadie podía molestarme, allí miraría todo sin interrupción alguna. Medité la situación: “Todos ellos serían más felices si no pelearan por algo que no necesitan: ser más vistos... Nadie puede negar que yo sea… popular… Pero anhelo desaparecer... La vida es así de caprichosa, concede privilegios a quienes no los aprecian… A pesar de tener a todos conmigo… me siento solo y vacío…”
Me perdí en mi propia mente y para cuando me di cuenta ya no había nadie en el patio, es más, había pasado hora y media, cuando el recreo eran veinte minutos. No valía la pena volver a clase. Decidí irme a casa, pero lo pensé mejor “Mis padres no deben verme en casa a estas horas fuera del instituto”.

CAPÍTULO 9 - LA MUERTE

En ese momento dejé de pensar y corrí en la dirección de la que venía el gritó. Atravesé todo el campo y llegué a un rincón apartado muy rocoso. Vi a Chris y a Lucy. Miré escondido la escena. Estaban peleando:
-¡¡¡No quiero que me vuelvas a tocar!!!- gritó ella. Me fijé en que tenía la camiseta rota.
-Tranquila, ha sido sin querer...- dijo él con tono amenazador.
“Eso no puede ser mi amigo. No. Él no es así. No era así”
Lucy se alejaba de él muy despacio, todo lo que podía. Pero Chris se abalanzó encima de ella y la tiró al suelo intentando inmovilizarla, pero se ésta defendía a muerte, tanto, que en un golpe le arañó toda la cara. Él se sintió tan furioso que cogió una piedra y...
-¡¡¡NO!!! ¡NI SE TE OCURRA!- grité a Chris mientras saltaba hacia él.
No me percaté de que él NO había soltado la piedra, de que AÚN la tenía en la mano cuando fui hacia él. Me propinó tal golpe en la cabeza que caí inconsciente.
Todo se tintó de blanco y negro. Me levanté en la nada, pero entre una bruma que lo rodeaba todo y nada, apareció Lucy vestida de blanco. Se acercó a mí y me acarició la cara con su fría mano:
-Hola, Jack- dijo con una voz aterciopelada.
-¿Lucy?- pregunté extrañado.
-Sí, soy yo- afirmó-. Vengo a despedirme.
-¿Cómo? -esperé haber entendido mal.
-Sí, Jack. A despedirme.
-No. No puedes despedirte. Eso significaría que...
-Sí.
-No. ¡NO! No puede ser, pero... ¿cómo?
-Chris. Quiso abusar de mí. Intenté defenderme y vi que tú intentaste salvarme, pero te golpeó con una piedra y caíste inconsciente.
-No. Ese no es mi amigo. Él nunca sería capaz de...
-Te convenció de que cortaras conmigo para tener vía libre ¿O me equivoco?- dijo.
Era demasiada información en muy poco tiempo. Me senté en el suelo casi con desesperación. Tenía que asimilarlo todo. Asimilar que mi mejor amigo me separó de mi novia, de mi Lucy, de la mujer a la que he amado tanto que había llegado a dolerme y a la que sigo amando. Asimilar que mi mejor amigo es un asesino. Asimilar que ese ya NO es mi amigo, asimilar que Lucy...
-Y cómo... tú... es decir, cómo... cómo...
-¿He muerto?
-Sí- afirmé tragando saliva sonoramente.
-Bueno- continuó-, después intenté huir, pero él me vio y me agarró la pierna. Yo caí y me golpeé la cabeza con una roca. Por lo visto fue un golpe mortal.- hablaba con una naturalidad pasmosa.
-Entonces... fue un accidente.
-Di mejor un regalo- replicó ella-. Prefiero estar muerta antes de que él me vuelva a tocar.
-Pero entonces yo..., ¿estoy muerto?
-Sólo inconsciente.
Me volvió a acariciar suavemente la cara. Yo volví a sentir su frío, pero no me desagradó. Cogí su mano y miré la cara de mi Lucy. Creí ver un fantasma, un hermoso fantasma. Su cara era blanca, tenía la palidez de una muñeca de porcelana, como si le hubieran arrancado el alma, tenía la cara más marcada de lo habitual, pero sus ojos verdes mantenían la mirada felina y un brillo que no había visto antes, un brillo especial, contrariamente con más vida. También me fijé en que su aura brillaba más que nunca.
-No es posible que estés muerta- dije desesperado-. Si estás aquí, enfrente mío. Te noto, te siento.
-Lo lamento Jack...
-¡Tiene que haber algo que pueda hacer!- exclamé.
-Él me ha enterrado en medio del campo, justo antes de la niebla. Sabe que nadie se atreve a llegar hasta allí.
-Esto no puede estar pasando...- dije para mí-. Por favor, dime que aún puedo hacer algo por ti.
-Sino no estaría aquí- dijo-. Sólo tienes que hacer una cosa.
-¿Qué? ¿Qué cosa?
-Dime si me quieres. Dime si me quieres de verdad.
-No te quiero. Te amo. Nací para amarte.
-Eso es todo lo que necesito- dijo atenuadamente-. Adiós.
-No me dejes así. No puedo sobrevivir sin ti. Por favor, no me dejes así.
-Lo siento.
-Podríamos robar tiempo para volver a estar juntos, tan sólo por un día más.
-Ya te estoy robando el tuyo- advirtió-. Deberías estar despierto.

CAPÍTULO 8 - EN EL CAMPO DE LAS AFUERAS

Al día siguiente hablé con Lucy tal como dijo Chris. Estaba tranquila y no reaccionó mal. Me dijo que estaba bien si era lo que yo sentía. Me sentí fatal, porque eso quería decir que ella, en efecto, no me amaba.

El resto de días del curso los pasé con Chris, aunque yo no salía los fines de semana ni por las tardes. Me sentía demasiado dolido por Lucy; y más me dolía que mi actual y recién recuperado amigo no me insistiera para salir. No es que quiera ser egoísta, pero si fuera mi amigo me insistiría algo, como en los viejos tiempos, pero creía en su palabra de “Respeto tu decisión”.
Lo que hacía para olvidarme de todo y mantenerme ocupado era estudiar para las recuperaciones que tenía pendientes. Mirando el vaso medio lleno, eso fue lo que me salvó de repetir curso.
Mis padres se alegraron tanto que me propusieron otro verano sabático. No sé qué fue lo que me impulsó a negar esa tentadora petición. Sólo sé que no debí hacerlo.

Un día, sin razón alguna, me levanté con ganas de dar una vuelta por el campo de las afueras del pueblo, el cual me parecía fascinante. Era como mirar una danza en la que los únicos protagonistas eran el césped, el viento y el sol. En el horizonte se extendía una espesa niebla que separaba el pueblo y el campo de las afueras del resto del mundo. Cuentan que sólo hubo un único necio que se atrevió a cruzarla. Nadie volvió a saber de él. Unos dicen que al otro lado está el cielo, otros, en cambio, el infierno.
Se dice que el campo de las afueras es el lugar donde empieza todo lo desconocido, por eso nace donde termina el pueblo y muere en la niebla. Alguien podría decir, incluso, que aquel paisaje daba miedo, ya que en esa zona apenas había horas de sol. Era como un mundo paralelo y totalmente diferente, pero a mí eso me daba igual, incluso me gustaba, porque era un lugar tranquilo; así que me tumbé en el césped y me perdí en mis pensamientos. “Presiento que algo va a ocurrir. Una tragedia para mí. Y aunque yo quiero estar con ella…”, pensaba, “No sabe que estoy sufriendo, pero sí sabe qué siento yo por ella... ¿Qué va a pasar, qué va a ser de nosotros? ¿Y de mí? ¿Dónde nos llevará el carrusel de la vida?” me preguntaba, “Aunque, intento sonreír y, como todos, ser feliz… no, no mientas Jack, NO LO INTENTAS. Quizá algún día volvamos a estar juntos, pero no puede ser, jamás ocurrirá, pues... no soy... para... ... ella...”
Estaba casi dormido cuando de repente oí un grito. Me levanté de un salto y me quedé quieto analizando qué podía hacer en esa situación; pero lo volví a escuchar y esta vez el grito atravesó mi pecho como un puñal.
Era ella.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Capítulo 7 - Confianza

Ese Nick quería humillarme, verme loco de celos e histérico. Claro, por eso me presentó a Lucy. “Pues le voy a hacer quedar como un idiota” pensé. Mantuve la calma. Me acerqué a ellos tranquilo, para que no me oyeran, y me quedé mirándolos, pacientemente, esperando a que se percataran de que estaba ahí.
De repente Lucy me vio:
-¡¡¡JACK!!!
-¡Hey! Tranquilos, por mí no os cortéis, podéis seguir- Nick, que al principio sonreía, se quedó atónito, no esperaba que reaccionara así, justamente lo que yo quería.
-Jack. Ha sido un accidente- pobre Lucy, no sabía que decir.
-Tengo curiosidad, ¿cómo sucedió? ¿Tropezaste y chocasteis los dos?
-Escucha, cariño, escucha- estaba nerviosa, lo noté-. El beso no significó nada..., ensayábamos para una obra de teatro. Somos los protagonistas.
-¡¿En serio?! ¿Pero no fue accidente?- no me creí nada- ¿Y el guión?
-¿Cómo?- no se esperaba que preguntara eso- ¿El guión? Eh... No... no nos hace falta, nos lo sabemos bien...- afirmó.
-Sí, ya veo que esa parte la habéis aprendido muy bien.
-Jack, por favor, créeme- se puso melosa-. Yo nunca te mentiría, lo sabes.
No podía creerla, pero tampoco perderla. La quería demasiado y, después de todo, hay que aprender el perdón e intentar olvidar. Hice exactamente lo que os estáis imaginando, fingí creerla:
-Te creo- dije fríamente.
-¡¿En serio?!- le salió del alma, eso es lo que yo llamo lapsus lingüe- Digo... ¡Oh, cariño, te quiero muchísimo, gracias!- me besó efusivamente toda la cara.
Descarado, pero me limité a abrazarla.
Miré mi reloj “Los del equipo ya se habrán ido del vestuario”
-Querida, me tengo que ir a hacer una cosa. Luego nos vemos- la besé, y a pesar del fuego que ella desprende sentí frío, aunque seguía viendo su aura, que me tenía hipnotizado.

Corrí como si me persiguiera el mismísimo Diablo, tenía un ex-amigo que descolgar.
Cuando llegué, ahí estaba, desahogando las lágrimas mientras intentaba bajarse sin éxito.
-Yo puedo ayudarte.
Me miró como si fuera un fantasma. Se secó rápidamente las lágrimas y me dijo:
-Querrás decir pudiste ayudarme. Además, ¿qué haces aquí? El espectáculo ya terminó hace rato.
-Como he dicho, vengo a ayudarte.
-No necesito tu ayuda ¡FUERA!
-Mmmh... Te encuentras en una interesante situación- me acerqué a él-. ¿O me equivoco?
-Vete.
-Como quieras. Respetaré tu decisión- me dirigí a la salida de los vestuarios-. ¡Adiós!
-¡Espera!- desde que entré ahí, esa fue la primera vez que alzó la vista para mirarme.
-¿Si?
-No me puedo creer que te diga esto...
-¿El qué?
-Ayúdame.
-Eso pensaba.
Me acerqué a él, le descolgué y le lancé una toalla mojada para que se quitara las pintadas.
-Gracias- dijo- por ayudarme, pero, ¿porqué no hiciste nada cuando estaban todos?
-Porque soy un... un...- no sabía qué decir.
-Un qué.
-Un filisteo- sí, era la palabra perfecta para hacer las paces con mi ex-amigo.
Funcionó. Primero me miró perplejo, pero no pudo contener la risa, le salió como una liberación, como si esperara un momento así desde hace tiempo. Yo también reí, por supuesto.
-¡Jajaja! ¿Ya sabes lo que significa?- preguntó-, porque tu respuesta de “No, yo soy cristiano”...
-Sí, al irme fui a la biblioteca para consultarlo. No podía quedarme con la curiosidad.
-Te lo dije- me reprochó-, te dije que eras un filisteo.
-¿Sabías que es de mal gusto echar las cosas en cara?
-Cierto, ¡jajaja!
-¿¿¿Ves???- reproché.
-No empecemos un círculo vicioso...
Reímos. Pero de repente recordé por qué no nos habíamos hablado en los últimos meses:
-Tío, te debo una explicación.
-Cierto- de repente se puso muy serio.
-Cierto es que me olvidé de una cosa- comencé-, pero fue de avisarte que pasaría todo el verano fuera, con mi familia, porque no quería pasar otro verano como el anterior. Sólo eso y nada más.
-¿En serio? Entonces eso quiere decir que me comporté como un capullo, lo siento amigo.
-Yo sí que lo siento, no debí decir todo aquello que te dije, pero es que en ese momento me sentí tan...
-Sé como te sentiste- me cortó-. ¿Amigos de nuevo?
-Claro.
Nos abrazamos.
Le conté lo de Lucy, y que teníamos problemas, ya que la última vez que la besé hubo frío. Chris puso especial interés en este tema:
-Eso es que ya no te quiere- soltó secamente.
-¡Pero yo la amo!
-Y qué- replicó-. Que la ames no significa que ella sienta lo mismo por ti.
-Entonces, ¿qué debo hacer?- le pregunté.
-Sencillo. Si no quieres quedar como un iluso- dijo-, lo que debes hacer es hablar con ella...
-Y decirle...
-...y decirle que te has dado cuenta de que no la quieres y cortar por lo sano- explicó-. Sé que será difícil para ti, pero es lo mejor que puedes hacer para no quedar como un imbécil ante una mujer que no te quiere y te ha sido infiel.
-Supongo que tienes razón. Oye, te lo agradezco, tío. Me alegro de que nos hayamos reconciliado.
-Sí, yo también- dijo meditabundo-. Supongo que irás a hablar ahora con Lucy, ¿no?
-No, hoy no. Por el día de hoy ya estoy servido de problemas- bromeé un poco, pues intentaba ver un ápice de alegría en la cara de mi amigo- ¿Te encuentras bien?
-Sí...- se le iluminó la cara de repente-, estoy perfectamente- murmuró mirando al infinito.
-¿En qué piensas?
-En Lu... zzz, en luz, pienso en la luz, sí.
-¡¿LUZ?!-exclamé.
-Es que esta mañana se fue la luz en casa.
-Aaaah...- no me fié mucho de lo que dijo, pero en ese momento hice como que no pasaba nada.

Al llegar a casa pensé en todo lo que había pasado con Chris, y llegué a la conclusión de que era increíble que acababa de reconciliarme con mi amigo y ya desconfiaba de él “Pero no” me dije “¡NO!, él es mi amigo y la confianza es la base de todo” Seguí creyéndole, pero en mi cabeza se me amontonaban ideas como “¿Y si intenta convencerme de lo que debo hacer para que él...?” Pero luego otra vocecita me decía “¡Loco! ¡¿Cómo puedes pensar eso?!”
Así que de repente me di cuenta de que no confiaba en nadie.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Capítulo 6 - Soy "de esos tipos"

A partir de entonces todo fue perfecto, pues mi nuevo plan salió a pedir de boca: tenía la novia perfecta, en el instituto era un triunfador y mis notas eran mediocres, pero aceptables. Cualquiera habría dicho que yo era uno “de esos tipos”, es decir, de esos populares, que van con chicas guapas, que miran al resto como si fueran insignificantes, que abusan de los más débiles y manejan a otros para sus propios fines, si, ése era yo, y era feliz, o al menos eso creía porque no me daba cuenta de que estaba viviendo en una burbuja.

Ya llevaba saliendo con la mujer de mi vida 5 meses, cuando un día me choqué con Chris por los pasillos y el demonio de lo perverso me incitó a tirarle todo lo que llevaba en las manos (que era mucho) al suelo (no me interesaba hacerle daño, sólo fastidiarle). El se puso enfrente mío y me gritó:
-¡Eres un filisteo[1]!
Yo me quedé perplejo. En ese momento no sabía que quería decir esa palabra hasta que posteriormente lo consulté en un diccionario de la biblioteca, así que le solté:
-¡No! ¡Yo soy cristiano!
Mis amigos llegaron en ese momento. Pensaron que Chris había “osado” a meterse conmigo, así que le agarraron y le llevaron a los vestuarios. Me siento obligado a volver a recordarles que yo no tenía intención alguna de hacerle daño, sólo molestarle perversamente. Decidí seguir a mis amigos para ver que hacían con él. Una vez allí le insultaron, le empujaron y le colgaron de uno de los percheros, levantaron su camisa y le pintaron el pecho con spray. Pensé en ayudarle, QUERÍA ayudarle, pero algo me lo impedía. Miré la escena con impotencia. Mis ojos vieron la humillación de mi ex-amigo. Me di cuenta de que él quería llorar, pero no iba a dar esa satisfacción a mis compañeros.
Huí de allí, no podía aguantar más. Fui a la biblioteca para estar tranquilo y buscar qué quería decir la dichosa palabra “Filisteo”, así me mantuve entretenido un rato. Por lo que leí, en efecto, era un filisteo. Cuando terminé, me dirigí hacia la salida del edificio, pero en una esquina vi algo que no pude comprender.
Lucy.
Lucy Barker.
Mi Lucy.
Besándose con Nick.
IMPOSIBLE.


[1] Filisteo: Dícese de persona despreciable o vulgar que se cree superior o de mayor inteligencia que los demás.demás.

miércoles, 17 de junio de 2009

Capítulo 5 - La cita

Cogí mis libros y me dirigí a las clases. A mi lado se sentaba el empollón de la clase y en muchas asignaturas había otros tantos pardillos, así que eran interesantes situaciones para demostrar a todos quién soy, o en resumidas cuentas, para demostrarles a ustedes lo arcaicos que pueden llegar a ser los rituales de popularidad en un instituto. Pero ahora que lo pienso, sería para mí un gran placer contaros qué sucedió aquel día, aunque como creo que hice ciertas cosas de cuestionable legalidad, no lo veo oportuno y prefiero dejar paso a vuestra imaginación.
El resto de alumnos me estimaron más que nunca. Debo dejar claro que sabía que había utilizado métodos poco ortodoxos para “marcar mi territorio”, y que es irracional el hecho de que caiga mejor a los demás por usar dichos métodos en unos pobres pringados, pero así funcionaban, funcionan y funcionarán las cosas entre el alumnado.
Los del equipo nos reunimos en el descanso entre clase y clase. Me comentaron que ya creían que iba a juntarme con los “gilís” por culpa de Chris:
-¿Quién os creéis que soy?- se quedaron en silencio- ¡Soy Jack Crane! ¡Y nosotros somos el mejor equipo! ¡¡¡Los GodLions!!!

Estoy seguro de que el 99'9% de ustedes os estaréis preguntando por qué debía molestar a aquellos inocentes pringados, y de hecho os daré la respuesta: “Si comenzaba fuerte desde el primer día, me respetarían para siempre”. A algunos no os parecerá ni lógico ni racional; a otros algo perverso y a algunos, cuanto menos, divertido; no me importa lo que podáis pensar, cada uno es libre de que sus ideas paseen sin control por su cabeza.

A lo que iba, pesar de ese “hobby perverso”, las horas se me hicieron eternas, hasta que por fin llegó la hora de la salida de clase y la vi... Bajaba las escaleras de una forma elegante, con su aura. Yo estaba apoyado en una columna. Ella se despidió efusivamente de sus amigas y se acercó a mí:
-Bueno, ¿cuál es el plan para esta tarde?- preguntó feliz.
Oh, oh... Estaba en un lío ¡¿Plan?! ¿¡Qué plan ni qué niño muerto!? ¡Yo no pensé ningún plan! Lo de antes lo dije sin pensar, como casi todo, por lo visto. “A ver... Piensa-piensa-piensa... ¡No puede ser tan difícil! ¿Y si la dejo elegir? Lo verá como un gesto elegante... o verá que no he pensado nada... A ver, invitaré yo, así que no puede ser muy costoso... ¡Ya sé! Espero que no le importe ir a mi casa...” Todos estos pensamientos volaron por mi cabeza cual estrella fugaz:
-¿Qué te parece cena y una peli que te dejaré elegir? En mi casa, tú y yo solos.
-¡Me encanta! Yo elijo la peli..., no quieres fallar, ¿eh?- dijo riendo.
-Si, me has pillado ¡Jajaja!
-Vale, a las 8 en tu casa, ¿te dará tiempo?
-Es perfecto.
-Hasta las 8 entonces- dijo mientras se acercaba, me besaba en la comisura de los labios y se alejaba ¡Qué labios tan cálidos!

Fui corriendo a casa. Tenía un nuevo problema, ¿qué preparo? No iba a pedir una pizza... Decidí poner una ensalada de entrante “A las chicas les suele gustar” pensé, de primero tallarines a la carbonara, de segundo ternera con salsa roquefort y helado de postre. Os parecerá mucha comida, pero no eran cantidades muy grandes. Lo preparé todo con música, velas; en resumen, romántico. Mis padres no vendrían, pues estaban fuera unos días por su segunda luna de miel.
A las 8:03 sonó el timbre. Al abrir la puerta creí haber abierto las puertas del cielo. Estaba preciosa: vestía una camiseta de tirantes rosa en la que había escrito un mensaje que llamó mi atención: “Kiss me hard” (hoy en día las camisetas tienen todo tipo de mensajes, pero esperé que fuera una indirecta), una minifalda vaquera y unos zapatos a juego con la camiseta; se pintó los ojos con una sombra oscura que les dio un aspecto mas felino y salvaje, pero contrastaban con el brillo de labios, que le dio un toque dulce e inocente; el pelo lo llevaba semirrecogido; mantenía su aura; en fin, estaba preciosa… puro fuego.
La invité a pasar y a sentarse. Se fijó en que había puesto todo muy romántico: con servilletas, platos, cubiertos y velas además de la música:
-¿Lo has hecho todo tú? Pensé que ibas a poner una pizza cutre... ¡QUÉ ILUSIÓN! No sabía que ibas a tomarte tantas molestias por mí- se me acercó muy mimosa.
-Tú te mereces esto y más...- me volvió a basar en la comisura. Vi su juego, quiere tentarme... ME ENCANTA.
Nos sentamos y comenzamos a comer y hablar. Descubrí que a ella su popularidad le gusta, exhibirse como una modelo o una actriz (que de hecho es a lo que aspiraba), lo llevaba en la sangre, y en ese momento tracé un nuevo plan: saldríamos juntos y para llevar mi popularidad a la perfección, para que me respeten, seré como ella (en chico, claro), ¡SI! En ese momento no me di cuenta de que iba a usar a una persona para mis propios fines, a pesar de que en verdad la amaba; tampoco me daba cuenta de que me estaba convirtiendo en aquello que tanto odiaba, que me estaba forzando a mí mismo para ser aquello que no era ni quería ser y que iba contra todos mis principios. No, no me daba cuenta de nada.
Volviendo a mi cita, la velada fue genial. Después de la cena vimos la película. Me sorprendió que eligiera una película de terror bueno, no tanto; estaba seguro de que lo hizo para agarrarse a mí en las peores escenas, de hecho me lo demostró cuando la vimos: se agarraba fuertemente a mi y yo, como buen caballero, la rodeaba con mi brazo para que se sintiera protegida.Cuando terminamos de ver la película, nos quedamos hablando y riendo en la puerta. De repente se hizo un silencio agradable mientras nos mirábamos a los ojos, y casi sin darnos cuenta nuestras cabezas se fueron acercando y nuestras bocas se juntaron. La sensación es prácticamente indescriptible, ¡es música, es poesía!, no se ve pero se siente, como si el cielo estuviera a punto de tocar... Aunque nuestros labios tuvieron que separarse, pero nuestros ojos dijeron “Hasta mañana”.

domingo, 31 de mayo de 2009

Capítulo 4 - Lucy Barker

Entré en el edificio de mal humor y me paró un compañero del equipo, Nicolás Thompsom, pero todos le llaman Nick:
-¡Tío! ¿A qué viene esa cara? ¡¿Y dónde has estado todo el verano?!
-De vacaciones con la familia ¿Me dejas ir a mi taquilla, por favor?- no tenia tiempo para sus tonterías en ese preciso momento.
-¡Claro, claro! Vamos los dos juntos, así hablamos.
Le miré como quien mira al ser más despreciable que pueda existir. Como habréis podido observar Nick no era de esas personas inteligentes que te dejan tranquilo cuando ven que algo no va bien ni de esas que captan las indirectas, ya sea por el tono de tu voz, por tus gestos o por tus palabras en sí, no, él es de esas que no entienden las insinuaciones evasivas aunque se las digas con un megáfono, así que me limité a suspirar y escuchar la santa estupidez que tenía que decirme:
-Habla, pero hazme el favor de hacerlo rápido- dejé caer.
-¡Tranquilo! Sé que esto te va a interesar- puso una cara pícara que me estremeció-. Lucy Barker ha estado todo el verano preguntando por ti.
Me quedé helado. Lucy Barker. Preguntando por mí. Eso he de reconocer que sí me interesaba. Lucy me llevaba gustando desde que la vi animando a nuestro equipo, claro que descartaba toda posibilidad de estar con ella hasta ese momento:
-Continúa- dije tranquilo poniendo toda mi atención en sus palabras.
-Sí que te interesa, ¿eeeh? Pues debes saber que este año ha vendido más radiante que nunca- me hizo una seña para que me girara.
Me di media vuelta. Entonces la vi, y creí estar en el cielo. Sería difícil explicar cómo es ella, así que de momento me limitaré a una sencilla descripción física. Ella tenía un pelo negro azabache, largo y lacio que caía hasta su maravillosa cintura; una cara hermosa y ovalada tan delicada como la porcelana, unos ojos verdes y grandes con la mirada de una pantera, unas cejas muy expresivas, su nariz era pequeña y sus labios jugosos, tenía los pómulos marcados; su cuerpo era precioso: elegante y estilizado, el que cualquier hombre desearía ver al menos una vez en su vida y su piel tenía un moreno playa que le daba un aspecto más felino y fascinante de lo habitual. Llevaba el uniforme de animadora blanco y morado, los colores del instituto.
Nick tenía razón: ella estaba más radiante de lo habitual, incluso me pareció ver una especie da aura en ella, aunque tal vez fueran opiniones subjetivas de dos adolescentes hormonados.
Me quedé hipnotizado mirándola, razón por la cual mi magnífico compañero de equipo me empujó hacia ella. “Será imbécil, casi nos chocamos” pensé; volví a lanzarle una mirada asesina, a la que él respondió con un ademán de “¡Suerte!”, luego se fue.
Si os soy sincero, me extrañaba el repentino interés que Nick mostraba por juntarme con Lucy, pero ahora tenía otro asunto entre manos más importante: mantener una conversación con la mujer de mis sueños.
Sonrió cuando me planté enfrente de ella (y qué sonrisa, arco iris de un único color capaz de brillar más que el Sol) y de su boca salieron las palabras como si fueran música:
-¡Hola, Jack!- y mantuvo su hermosa sonrisa.
Al principio me extrañó que conociera mi nombre, pero fugazmente recordé que todo el mundo me conoce (algo que antes consideraba una desgracia, en ese momento me pareció una bendición).
-¡Hola, Lucy! ¿Qué tal va todo?- no existe pregunta más típica en el mundo, pero siempre funciona para salvar una conversación, y es lo mejor que puedes decir cuando te quedas en blanco, como me pasó a mí, ¿no creéis?
-¡Oh! Pues todo va bien, ya sabes, un nuevo curso ¡Este año vamos a animar al equipo como nunca!- sé lo que estaréis pensando, ella es la típica adolescente con el cráneo más hueco que un mueble infestado de termitas, pero su aura me tenía ofuscado, por lo que le respondí:
-¡Eso será genial! Aunque no lo parezca, vosotras sois casi más importantes que nosotros.
-¡Jajaja!- que forma de reír tan maravillosa, todo el instituto desapareció en ese momento.
-¡En serio! En mi opinión, sino fuera por vosotras, nadie vendría a ver los partidos ¿De verdad creías que a la gente le importa el rugby? ¡Qué va! Son las animadoras, lo más bonito de todo el instituto...- si os soy sincero, no pensaba nada de lo que decía, las palabras salían de mi boca como si del agua de una cascada se tratasen.
-¡Jajajaja! Lo que dices es muy halagador, Jack, pero yo creo que estás intentando ligar conmigo, ¿eh?
-¿Yooo? No, que va. Lo único que pasa es que yo soy un chico muy simpático- le sonreí.
-Mmmh...- ella estaba dudando pícaramente, ¡qué lista es! Sé exactamente lo que quiere.
-Si todavía lo dudas podemos comprobarlo en una inocente cena o viendo una película en el cine, lo que quieras, ¿qué me dices?
-Me parece bien- su cara se iluminó-. Hablamos a la salida, ¿vale?
-¡¡¡LUCY!!!- la llamaba otra animadora.
-Vale- respondí.
-Hasta entones- dijo y luego miró a la animadora- ¡¡¡VOY!!!
Salió corriendo, y se reunió con su amiga, la cual se puso a chillar de emoción y agarró a Lucy para que le contara de qué habíamos hablado ella y yo.
Me resultó extraño que dos chicas se emocionaran al hablar de mí, y más aún que la más popular quiera salir conmigo, aunque si lo pensamos bien, ella sentirá lo mismo... ¡YO soy el chico más popular!
Esa bella mujer consiguió que volviera a recuperar mi ego cual manzana ofrecida a Adán por Eva. Por primera vez, desde hace tiempo ya, me sentía otra vez como un tipo genial. No podía esperar más, les demostraría a todos quién manda.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Capítulo 3 - Adios Chris

«1º-Bach: Le conté a Chris mi plan. Me dijo, muy borde, que hiciera lo que me diera la gana. Me sorprendió su reacción porque le necesitaba plenamente:
-¿Qué te pasa, amigo?- le pregunté.
-¿Que qué me pasa? ¡¿QUE QUÉ ME PASA?!- sus ojos relampaguearon en los míos, nunca le había visto así de furioso y yo seguía sin entender- ¡Gran pregunta, genio! ¿Se te olvidó el teléfono este verano? ¿Eso es lo que me dirás? ¿O vas a ser valiente y decirme que me as cambiado por tus amigos populares? ¡¿Eh?! ¡Venga! ¡SE UN HOMBRE Y DÍMELO A LA CARA! ¡¡¡VAMOS!!!- empezó e empujarme y a gritar más.
Chris dio las cosas por hecho, es cierto que me olvidé de una cosa: Avisarle de que me iba de vacaciones con mis padres todo el verano. Pero no de él, nunca; me sentí muy molesto al ver que había pensado tan mal de mí. Fue como si no nos conociéramos.
En ese momento de tensión sólo pensé (si a eso se llama pensar) en hacerle daño:
-¿A sí? ¿En serio quieres que te lo diga? ¡¿En serio?! ¡PUES SÍ! ¡Este año pasé de llamarte!- exclamé. Le devolví todos los empujones hasta el punto de tirarle al suelo- ¡¿Y quieres saber porqué?! ¡Porque no estás a mi altura! Nunca serás como yo. Nadie te conoce, eres invisible ¿Como iba a querer yo ser amigo tuyo? ¡PORQUE SOY MEJOR QUE TÚ!- le grité sin pensar.
Porque sé que fue sin pensar, porque SÉ que si lo hubiera pensado y meditado mejor nunca le habría dicho todo eso.

Dejé a mi amigo ahí tirado. El no esperaba que reaccionara así y yo nunca habría esperado que él pensara tan mal de mí. Sentí como si me hubiera traicionado. Yo necesitaba su apoyo para mi plan, necesitaba un amigo que me entendiera, un amigo que me ayudara a sobrellevarlo, un amigo que me dijera: “¡Hey! Es una buena idea. Estoy contigo”, un amigo que confiara en mí. Él ya no lo era. Nuestra amistad al igual que mi plan, como un espejo frágil que cae, se rompieron, PARA SIEMPRE.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Capítulo 2 - No soy yo mismo

«4º-ESO: Pasados un par de meses desde principio de curso, comienzo a darme cuenta de que no puedo ser yo, de que es más importante lo que pueda pensar otra persona que lo que yo pensaba. Me dejé llevar por todos. Sólo era lo que todos querían que yo fuera; en resumidas cuentas, una marioneta. ¿Acaso la popularidad tenía un precio tan alto como mi libertad de expresión y pensamiento?
Es cierto que todos me querían, que todos me respetaban, que todos me admiraban y adoraban, y por sino fuera poco, que tenía al alumnado escolar por completo en las palmas de mis manos, pero si no podía ser yo, ¿de qué servía?
Intenté no meditar en ello demasiado, porque se les veía a todos tan a gusto con sus vidas... ¿porqué yo no iba a ser menos? O mejor dicho ¿quién era yo para sacarles de su burbuja?
En cierto modo no quería decepcionarlos, ya sé que suena ingenuo, pero una parte de mí pensaba que si yo no era lo que ellos esperaban que fuera, se decepcionarían, y no quería eso para nadie.

Por lo menos tenía a Chris. Con él podía compartir todos mis pensamientos, siempre me decía que pasara de todos, que al instituto vamos a estudiar y nada más, pero era tan difícil... Yo le decía que tenía mucha suerte de ser invisible para todos. Uf, ahora que lo medito mejor, eso que le decía suena muy repelente, pero el me respondía con un gesto de condescendencia, para no desanimarme (más de lo que ya estaba, evidentemente).

Lo peor fueron mis notas. Bajaron de una forma escandalosa. Ese año me saqué el curso gracias a Chris y por los pelos. Lo que más me entristeció fue que yo sabía que mis padres estaban decepcionados conmigo, pero no me decían nada. Sonreían y me miraban como si supieran que la culpa no es mía. Aunque sé que si yo fuera un poco más racional...

Ah, no creo que haga falta contaros el “fantástico” verano que pasé con mis “amigos por conveniencia”, pero fui afortunado sólo se redujo a una semana, ya que insistí tanto a mis padres que accedieron a adelantar las vacaciones, además de alargarlas hasta el final del verano. Lo sé, tengo una familia que no merezco.En ese tiempo medité mucho, y tomé una decisión. Cambiar el instituto, ¡SÍ!, era una gran idea. Todos podrían ser lo que quisieran ser, todos se respetarían entre ellos, todos serían dueños de sí mismos. ¡SERÍA PERFECTO! Y funcionará, ¿porqué no iba a hacerlo? No esperaré hasta derrumbarme, porque tengo un nuevo plan con el que todos triunfarán y con gran esfuerzo sé que lo voy a intentar. Qué ganas tenía de contárselo a Chris. Para llevarlo a cabo sólo necesitaría una cosa muy insignificante, pero que para mi lo sería todo: su apoyo.»

Capítulo 1 - El Comenzo de un nuevo curso.

Podría decirse que fui el más popular del instituto desde 3º-ESO. Al principio era lo mejor, todos te quieren, todos te admiran, eres el rey, eres el dios.
Todo es perfecto, hasta que descubrí la catástrofe, el horror y la presión que puede llegar a ser el instituto y lo peor es que está dominado por gente horrible como fui yo. Y no creáis que mis palabras son exageraciones o, cuanto menos, blasfemias. Descubrí que es una estúpida sociedad elitista llena de prejuicios, una sociedad contra la que intenté luchar, pero esos prejuicios consiguieron dominarme, fue horrible: NO PODÍA SER YO MISMO.

En fin, para esta historia debo empezar por el comienzo de mi popularidad, así sabréis porqué actué como actué:

«3º-ESO, al comenzar las clases: hasta este curso yo sí que era YO, un chaval espabilado, graciosillo y tímido. Podría decirse que era el amigo perfecto para cualquier persona, pero mi mejor amigo, Chris Lovecraft, y yo pasábamos desapercibidos del resto del mundo. ERA PERFECTO.
Pero ese año decidí apuntarme al equipo de rugby, pues mi madre persistía en que una actividad deportiva no me haría ningún mal; y descubrí que era bastante bueno, tanto que, al poco tiempo, me nombraron el capitán del equipo. Todos me conocían. Sólo era un estúpido adolescente, pero me sentía el rey del instituto. Cuando una chica me sonreía, sabía que podía ser mía si quisiera, pero en ese sentido aún era un niño tímido, ese nivel llegaría más tarde.

No creo que haga falta mencionar, pues es evidente, que mis notas bajaron, pero todavía eran bastante buenas, aún conservaba mi inteligencia, o eso creía.
En verano, temporada que preferiría no tener que recordar, todos querían que estuviera con ellos, si os soy sincero, a partir de entonces los veranos se convirtieron en un infierno: yo hacía todo lo posible por estar con todos mis nuevos “amigos por conveniencia” para no ser odiado por nadie. ¿SABÉIS LO DIFÍCIL QUE ES ESTAR EN DOS SITIOS A LA VEZ? Pues usad vuestra imaginación y pensad en tres o más. Lo mejor que pude hacer ese verano fue irme de vacaciones con la familia. Estaba desesperado...»

lunes, 4 de mayo de 2009

Presentación

Erase una vez, hace no mucho tiempo. La historia tremenda que os voy a contar ocurrió en un pueblo. Pero antes de empezar he de deciros, seguro que os habéis preguntado “¿Porqué hay árboles?”, “¿De dónde salieron?” o “¿Cuál es la razón de que aquí exista un bosque?” No sé cómo será en el lugar donde viven ustedes, pero sí conozco la historia de un pequeño pueblo cerca de Owensboro (Kentucky). Para poder contarla debo comenzar por el principio, cómo fue todo y cómo es.

¡Oh! Pero antes permitid que sea sincero de buen comienzo. Mi nombre es Jack Crane. Tengo 17 años y voy a 2º de bachiller. En mi historia no hay rimas ni declaraciones de modestia. Y no tengo ningún deseo de agradaros, tampoco creáis lo contrario, sólo pretenderé que sintáis lo que sentí yo y, en los momentos que sea preciso, me entendáis. Queda dicho.