miércoles, 17 de junio de 2009

Capítulo 5 - La cita

Cogí mis libros y me dirigí a las clases. A mi lado se sentaba el empollón de la clase y en muchas asignaturas había otros tantos pardillos, así que eran interesantes situaciones para demostrar a todos quién soy, o en resumidas cuentas, para demostrarles a ustedes lo arcaicos que pueden llegar a ser los rituales de popularidad en un instituto. Pero ahora que lo pienso, sería para mí un gran placer contaros qué sucedió aquel día, aunque como creo que hice ciertas cosas de cuestionable legalidad, no lo veo oportuno y prefiero dejar paso a vuestra imaginación.
El resto de alumnos me estimaron más que nunca. Debo dejar claro que sabía que había utilizado métodos poco ortodoxos para “marcar mi territorio”, y que es irracional el hecho de que caiga mejor a los demás por usar dichos métodos en unos pobres pringados, pero así funcionaban, funcionan y funcionarán las cosas entre el alumnado.
Los del equipo nos reunimos en el descanso entre clase y clase. Me comentaron que ya creían que iba a juntarme con los “gilís” por culpa de Chris:
-¿Quién os creéis que soy?- se quedaron en silencio- ¡Soy Jack Crane! ¡Y nosotros somos el mejor equipo! ¡¡¡Los GodLions!!!

Estoy seguro de que el 99'9% de ustedes os estaréis preguntando por qué debía molestar a aquellos inocentes pringados, y de hecho os daré la respuesta: “Si comenzaba fuerte desde el primer día, me respetarían para siempre”. A algunos no os parecerá ni lógico ni racional; a otros algo perverso y a algunos, cuanto menos, divertido; no me importa lo que podáis pensar, cada uno es libre de que sus ideas paseen sin control por su cabeza.

A lo que iba, pesar de ese “hobby perverso”, las horas se me hicieron eternas, hasta que por fin llegó la hora de la salida de clase y la vi... Bajaba las escaleras de una forma elegante, con su aura. Yo estaba apoyado en una columna. Ella se despidió efusivamente de sus amigas y se acercó a mí:
-Bueno, ¿cuál es el plan para esta tarde?- preguntó feliz.
Oh, oh... Estaba en un lío ¡¿Plan?! ¿¡Qué plan ni qué niño muerto!? ¡Yo no pensé ningún plan! Lo de antes lo dije sin pensar, como casi todo, por lo visto. “A ver... Piensa-piensa-piensa... ¡No puede ser tan difícil! ¿Y si la dejo elegir? Lo verá como un gesto elegante... o verá que no he pensado nada... A ver, invitaré yo, así que no puede ser muy costoso... ¡Ya sé! Espero que no le importe ir a mi casa...” Todos estos pensamientos volaron por mi cabeza cual estrella fugaz:
-¿Qué te parece cena y una peli que te dejaré elegir? En mi casa, tú y yo solos.
-¡Me encanta! Yo elijo la peli..., no quieres fallar, ¿eh?- dijo riendo.
-Si, me has pillado ¡Jajaja!
-Vale, a las 8 en tu casa, ¿te dará tiempo?
-Es perfecto.
-Hasta las 8 entonces- dijo mientras se acercaba, me besaba en la comisura de los labios y se alejaba ¡Qué labios tan cálidos!

Fui corriendo a casa. Tenía un nuevo problema, ¿qué preparo? No iba a pedir una pizza... Decidí poner una ensalada de entrante “A las chicas les suele gustar” pensé, de primero tallarines a la carbonara, de segundo ternera con salsa roquefort y helado de postre. Os parecerá mucha comida, pero no eran cantidades muy grandes. Lo preparé todo con música, velas; en resumen, romántico. Mis padres no vendrían, pues estaban fuera unos días por su segunda luna de miel.
A las 8:03 sonó el timbre. Al abrir la puerta creí haber abierto las puertas del cielo. Estaba preciosa: vestía una camiseta de tirantes rosa en la que había escrito un mensaje que llamó mi atención: “Kiss me hard” (hoy en día las camisetas tienen todo tipo de mensajes, pero esperé que fuera una indirecta), una minifalda vaquera y unos zapatos a juego con la camiseta; se pintó los ojos con una sombra oscura que les dio un aspecto mas felino y salvaje, pero contrastaban con el brillo de labios, que le dio un toque dulce e inocente; el pelo lo llevaba semirrecogido; mantenía su aura; en fin, estaba preciosa… puro fuego.
La invité a pasar y a sentarse. Se fijó en que había puesto todo muy romántico: con servilletas, platos, cubiertos y velas además de la música:
-¿Lo has hecho todo tú? Pensé que ibas a poner una pizza cutre... ¡QUÉ ILUSIÓN! No sabía que ibas a tomarte tantas molestias por mí- se me acercó muy mimosa.
-Tú te mereces esto y más...- me volvió a basar en la comisura. Vi su juego, quiere tentarme... ME ENCANTA.
Nos sentamos y comenzamos a comer y hablar. Descubrí que a ella su popularidad le gusta, exhibirse como una modelo o una actriz (que de hecho es a lo que aspiraba), lo llevaba en la sangre, y en ese momento tracé un nuevo plan: saldríamos juntos y para llevar mi popularidad a la perfección, para que me respeten, seré como ella (en chico, claro), ¡SI! En ese momento no me di cuenta de que iba a usar a una persona para mis propios fines, a pesar de que en verdad la amaba; tampoco me daba cuenta de que me estaba convirtiendo en aquello que tanto odiaba, que me estaba forzando a mí mismo para ser aquello que no era ni quería ser y que iba contra todos mis principios. No, no me daba cuenta de nada.
Volviendo a mi cita, la velada fue genial. Después de la cena vimos la película. Me sorprendió que eligiera una película de terror bueno, no tanto; estaba seguro de que lo hizo para agarrarse a mí en las peores escenas, de hecho me lo demostró cuando la vimos: se agarraba fuertemente a mi y yo, como buen caballero, la rodeaba con mi brazo para que se sintiera protegida.Cuando terminamos de ver la película, nos quedamos hablando y riendo en la puerta. De repente se hizo un silencio agradable mientras nos mirábamos a los ojos, y casi sin darnos cuenta nuestras cabezas se fueron acercando y nuestras bocas se juntaron. La sensación es prácticamente indescriptible, ¡es música, es poesía!, no se ve pero se siente, como si el cielo estuviera a punto de tocar... Aunque nuestros labios tuvieron que separarse, pero nuestros ojos dijeron “Hasta mañana”.